EL MURO DEL ESCRITOR
Expresa tus emociones
jueves 23 de enero del 2025 20:25 semana 04
Francis Selles Galiana
Sonó el teléfono. Era la doctora Blanco, mi oncóloga, bueno, Marta. Después de tantos meses, los formalismos habían desaparecido. Oí su voz pausada al otro lado del auricular, pero no era capaz de escucharla. La percibía lejana, a años luz. "- Las pruebas de imagen que hicimos…decía”. Mientras sus palabras revoloteaban en mi pabellón auditivo, instintivamente y sin saber por qué, metí mi otra mano debajo del jersey. Con las yemas de los dedos, toqué suavemente la cicatriz. Esa que me atravesaba y ocupaba de izquierda a derecha, lo que había sido, no mucho tiempo atrás, mi mama. Tenía el tacto rugoso, áspero, los bordes sobre elevados, abrasaba. "- Los marcadores tumorales, la analítica...". Palabras y tecnicismos seguían emitiéndose por el auricular del teléfono sin que yo me percatara de la realidad. Seguí tocando su textura y evoqué el recuerdo de un pañuelo de colores cálidos, que escondía los escasos mechones de pelo ralo que engalanaron mi cabeza meses atrás. Mi mente ya había desterrado, quien sabe a qué lugar, las náuseas, los vómitos, la desesperanza y el llanto.
Esa cicatriz. Esta, la presente. La que antes sustituía a mi yo, la que fue la identidad de mi feminidad, era ahora, mi esencia. "- No hay recidiva, ¿me estás escuchando Laura?, ¿estás ahí?, ¡no hay recidiva de cáncer!”.
Súbitamente, extendí la palma sobre la cicatriz, sintiendo su inicio, su final, cada punto de sutura dado. De alguna forma, mi mano estaba abrazando de nuevo la vida. Y sonreí o lloré. No recuerdo.