EL MURO DEL ESCRITOR
Expresa tus emociones
lunes 07 de octubre del 2024 13:52 semana 41
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Cuándo usar "porque" "por que" "porqué" y "por qué"
El uso de estos términos suele hacernos dudar a veces, sin embargo, si se identifican claramente sus funciones, equivalencias y significados, no ofrecerá ninguna dificultad.
1-La palabra porque es una conjunción causal o final, por tanto se usa para introducir oraciones que expresan la causa o motivo de lo expresado en otras afirmaciones anexas. Es átona y por tanto no lleva tilde. Su significado es parecido al de otras conjunciones y locuciones causales (como, pues, dado que, puesto que, ya que...).
Ejemplo: He faltado a clase, no porque no quisiera venir, sino porque estaba enfermo.
2-La expresión por que está formada por la preposición por y el pronombre relativo que; y equivale a por el cual, por la cual, por los cuales o por las cuales.
Ejemplo: Esta es la causa por (la) que no se ha realizado el proyecto.
En otras ocasiones que puede ser la conjunción subordinante y la preposición por está exigida por el verbo, entonces por que no tiene un valor causal.
Ejemplo: Inclinarse por: Me inclino por que hagamos el trabajo hoy.
Preocuparse por: No se preocupó por que yo llegara a tiempo.
3-El término porqué: es un sustantivo masculino y es sinónimo de causa, razón o motivo:
Ejemplo: Explicó detalladamente el porqué de su decisión.
4-La secuencia por qué está formada por la preposición por y el pronombre o adjetivo interrogativo o exclamativo qué , con el que se pregunta la causa o motivo de una acción:
Ejemplos: ¿Por qué no me lo has dicho antes?
¿Por qué razón no quieres que te ayude?
Las oraciones interrogativas también pueden aparecer en el discurso indirecto, como una oración subordinada:
Ejemplos: Me gustaría saber por qué habéis evitado su presencia.
Aún no me has dicho por qué motivo no quieres venir a la fiesta.
Se considera incorrecto el uso del artículo delante de las interrogativas indirectas (*Me gustaría saber el por qué no has llegado a tiempo), sin embargo es correcto usarlo delante del sustantivo porqué (Me gustaría saber el porqué de tu retraso).
La palabra aun es un monosílabo átono y por tanto no lleva tilde nunca. Puede presentar valor concesivo (cuando equivale a aunque) o ponderativo (cuando significa incluso, siquiera, hasta).
Por otro lado, aún que es bisílabo y tónico, lleva tilde porque hay que marcar el hiato y porque es una palabra aguda que termina en -n. Esta forma suele ser adverbio de tiempo (equivale a todavía) aunque puede tener también un valor intensivo (en este caso suele aparecer acompañado de los adverbios más, menos, mejor, peor, etc.)
Aun siendo vecinos, no se conocían (aunque eran vecinos, no se conocían)
Aun (incluso) las piedras me van a oír.
No lo entendió nadie, ni aun ('siquiera') el más listo de la clase.
Aun ('hasta') los niños saben que eso es peligroso.
Aún le estaba esperando.
No ha llegado aún el envío.
No sé aún si voy a mudarme.
Juan es aún más alto que su padre.
No entregó el trabajo y aún pretendía cobrar.
Independientemente de esta norma ortográfica, al hablar, la posición del adverbio aún puede repercutir en su pronunciación átona o tónica, de manera que cuando se coloca antes de la palabra que modifica, se pronuncia como átona (Aún te estoy esperando (/áun/)), mientras que cuando van detrás de la palabra a la que afectan, el adverbio se pronuncia como hiato, es decir, como bisílaba (No salen aún del colegio. (/a-ún/))
Cuándo usar los pronombres lo(s), la(s), le(s).
Para usar adecuadamente los pronombres átonos de 3.a persona lo(s), la(s), le(s), debe tenerse en cuenta, en primer lugar, la función sintáctica que desempeña el pronombre y, en segundo lugar, el género y el número gramatical de la palabra a la que se refiere.
Cuando el pronombre desempeñe la función de complemento directo usaremos las formas lo (masculino, singular), la (femenino, singular), los (masculino, plural) o las (femenino, plural). Además se permite el uso de le referido a persona masculina singular como complemento directo (leísmo), pero no el leísmo plural (les como complemento directo)
Ejemplos: Ya conozco a tu hermano, ayer me lo presentaron.
Compré los libros y se los di a Miguel.
He reparado la silla y la he llevado al desván.
Corté las flores y las puse en el jarrón.
¿Has visto a Juan? Si, le vi esta mañana.
Cuando el pronombre actúa como complemento indirecto usaremos las formas le (singular) o les (plural) con independencia del género de la palabra a la que se refiera el pronombre.
Ejemplos:
Le pedí ayuda a mi hermana.
Le dije a tu padre que viniera.
Les di caramelos a mis sobrinos.
A las niñas les faltó tiempo.
Leísmo
Se produce leísmo cuando se utiliza el pronombre le(s) con función sintáctica de complemento directo, en lugar de lo (para el masculino singular o neutro), los (para el masculino plural) y la(s) (para el femenino), que son las formas a las que corresponde etimológicamente ejercer esa función.
La norma culta del español establece el uso de las formas de pronombre le o les para ejercer la función de complemento indirecto, independientemente del género del sustantivo al que se refiere el pronombre.
Ejemplos: Le conté lo sucedido a mi vecino.
Yo no sabía que le habías regalado el libro.
Sin embargo, debido a su extendido uso entre hablantes cultos y escritores de prestigio, se admite le en lugar de lo en función de complemento directo cuando el referente es una persona de sexo masculino (Conozco a tu hermano y le veo muchos días). No ocurre lo mismo con el uso de les por los cuando el referente es plural ya que, aunque no carece de ejemplos literarios, no está tan extendido como cuando el referente es singular, por lo que se desaconseja en el habla culta (*Les vi en la plaza). Por último, El leísmo no se admite de ningún modo en la norma culta cuando el referente es inanimado (El libro que me prestaste,*le leí en pocos días) ni cuando el referente es una mujer (A tu madre le vi ayer).
Laísmo
El laísmo es el uso impropio de la(s) en función de complemento indirecto femenino, en lugar de le(s), que es la forma a la que corresponde etimológicamente ejercer esa función. Por tanto sería incorrecto decir "El niño *la dio un beso a su madre".
Loísmo
El loísmo es el uso impropio del pronombre lo(s) en función de complemento indirecto masculino (de persona o de cosa) o neutro (cuando el antecedente es un pronombre neutro o toda una oración), en lugar de le(s), que es la forma a la que corresponde etimológicamente ejercer esa función.
Uso de los posesivos con un adverbio
Los posesivos nunca pueden acompañar a los adverbios, por esta razón en la norma del español peninsular, es incorrecta la utilización de expresiones como las siguientes:
*detrás mío/mía
*delante mío/mía
*cerca nuestro/nuestra
*detrás tuyo/tuya
El origen de este error está en equiparar el complemento preposicional introducido por la preposición de (cerca de Andrés) con los complementos de posesión, de estructura formalmente idéntica (el libro de Andrés). Sin embargo, se trata de construcciones diferentes: en la primera (cerca de Andrés), el núcleo del que depende el complemento preposicional es un adverbio (cerca), mientras que en la segunda (el libro de Andrés) es un sustantivo (libro). Puesto que los adjetivos posesivos son modificadores del sustantivo, solo si el complemento encabezado por de depende de un sustantivo puede sustituirse sin problemas por un posesivo (el libro de Andrés = su libro o el libro suyo).
Sin embargo, los adverbios no son susceptibles de ser modificados por un posesivo, de forma que no admiten la transformación descrita (detrás de Andrés no equivale a *su detrás, por lo que no es admisible decir *detrás suya ni *detrás suyo).
En consecuencia, para discernir si es o no correcta una expresión con posesivo, debemos fijarnos en la categoría de la palabra núcleo: si es un sustantivo, será correcta (puede decirse al lado mío, pues lado es un sustantivo); pero no será correcta si se trata de un adverbio (no puede decirse *cerca mío, pues cerca es un adverbio).
Resulta útil en la práctica saber que si se puede usar el posesivo átono antepuesto, la construcción con el posesivo tónico pospuesto será también válida.
Ejemplos:
Estoy al lado de Juan > Estoy a su lado > Estoy al lado suyo
Giraban alrededor de ti > Giraban a tu alrededor > Giraban alrededor tuyo
Pero no son correctas las siguientes expresiones marcadas con *
Estoy detrás de María >*Estoy en su detrás >*Estoy detrás suyo/suya
Vive cerca de ti > *Vive en tu cerca > *Vive cerca tuyo/tuya
Delante, cerca y detrás son adverbios, no sustantivos. Por tanto, no pueden ser "determinados" por un posesivo.
Sin embargo, las expresiones "al lado mío" o "a mi lado", si son de normativo uso gramatical. Porque "lado" es un sustantivo y por tanto sí puede ir acompañado de un determinante posesivo.
Los adverbios se complementan con grupos formados por la preposición de seguida del pronombre tónico correspondiente:
Ejemplos: El coche está delante de mí
Tú vives cerca de nosotros
Siempre anda detrás de ti
Por último, es importante señalar que el posesivo pospuesto debe concordar en género con el sustantivo al que modifica; así pues, debe decirse al lado suyo y no *al lado suya (de ella), puesto que el sustantivo lado es masculino.
Uso del verbo haber como impersonal
Cuando el verbo haber se emplea para denotar la mera presencia o existencia de personas o cosas, funciona como impersonal y, por lo tanto, se usa solamente en tercera persona del singular que en el presente de indicativo adopta la forma especial hay.
Debemos decir, por ejemplo: Hay muchos niños en el parque.
En estos casos, el elemento nominal que acompaña al verbo no es el sujeto, ya sabemos que los verbos impersonales carecen de sujeto, sino el complemento directo. En consecuencia, es erróneo poner el verbo en plural cuando el elemento nominal se refiere a varias personas o cosas, ya que la concordancia del verbo la determina el sujeto, nunca el complemento directo.
Es incorrecto, por tanto, utilizar oraciones como las siguientes:
*Habían muchas personas en la sala
*Han habido algunas quejas
*Hubieron problemas para entrar al concierto
Debe decirse en su lugar:
Había muchas personas en la sala
Ha habido algunas quejas
Hubo problemas para entrar al concierto.
El término habemos solo es admisible hoy en la lengua culta como primera persona del plural del presente de indicativo de la expresión coloquial habérselas con una persona o cosa cuyo significado es "enfrentarse a ella o tratar con ella a la fuerza".
Ejemplos: Ya sabéis con quién nos las habemos
Nos las habemos con un asesino despiadado.
En la lengua culta actual, la primera persona del plural del presente de indicativo del verbo haber es hemos, y no la arcaica habemos, cuyo uso en la formación de los tiempos compuestos de la conjugación es hoy un vulgarismo propio del habla popular que debe evitarse en el habla culta; así, no debe decirse *Habemos visto a tu hermano, sino Hemos visto a tu hermano.
También debe evitarse en el habla culta el uso de habemos con el sentido de 'somos o estamos', puesto que el verbo haber, cuando se emplea para denotar la presencia o existencia de personas o cosas, es impersonal y, como tal, se usa solo en tercera persona del singular (Hay muchos libros en la estantería; Había varios colores para elegir). Por lo tanto, si quien habla desea incluirse en la referencia, no debe emplear el verbo haber en primera persona del plural, como se hace a veces en el habla popular, recurriendo, para el presente de indicativo, a la forma habemos.
Así, no se admiten expresiones como:
*Habemos muchas personas en la fiesta.
*Habemos pocas mujeres en casa.
Debe decirse en su lugar:
Estamos muchas personas en la fiesta.
Somos pocas mujeres en casa.
Cuando se da una orden a una segunda persona, sea del singular o del plural, deben usarse las formas propias del imperativo, si la oración es afirmativa, o las formas correspondientes del subjuntivo, si la oración es negativa, va introducida por la conjunción que o se dirige a un interlocutor al que se trata de usted.
Ejemplos: Tómate toda la sopa y deja de protestar.
No te enfades y ponnos otro café.
Que te calles.
Hágame el favor de venir.
¡Venid aquí ahora mismo!
Comeos la comida y dormíos cuanto antes la siesta.
No lleguéis tarde.
Que no deis guerra.
Pasen y siéntense, por favor.
No se considera correcto, en el habla esmerada, el uso del infinitivo en lugar del imperativo para dirigir una orden a una segunda persona del plural, como se hace a menudo en el habla coloquial (*¡Venir aquí ahora mismo, granujas! *Poneros el pijama y dormiros cuanto antes).
Solo es válido el empleo del infinitivo con valor de imperativo dirigido a una segunda persona del singular o del plural cuando aparece precedido de la preposición a, uso propio de la lengua oral coloquial: ¡Tú, a trabajar!; Niños, a comer; ¡A callar!.
No debe confundirse el empleo desaconsejable del infinitivo en lugar del imperativo de segunda persona del plural con la aparición del infinitivo con valor exhortativo en indicaciones, advertencias, recomendaciones o avisos dirigidos a un interlocutor colectivo e indeterminado, habituales en las instrucciones de uso de los aparatos, las etiquetas de los productos o los carteles que dan indicaciones, hacen recomendaciones de tipo cívico o prohíben determinadas acciones en lugares públicos: Consumir a temperatura ambiente; Depositar la basura en las papeleras; No fumar; Lavar a mano. Se trata, en estos casos, de estructuras impersonales en las que no se da una orden directa, sino que se pone de manifiesto una recomendación, una obligación o una prohibición de carácter general, en las que hay que sobrentender fórmulas del tipo Se debe consumir... / Es preciso consumirlo... / Hay que consumirlo... / Se recomienda consumirlo...; Debe depositarse la basura en las papeleras / Hay que depositar la basura a las papeleras; No se puede fumar / No se permite fumar; Debe lavarse a mano / Se recomienda lavarlo a mano.
En español existe un esquema particular de negación, que permite combinar el adverbio no con la presencia de otros elementos que tienen también sentido negativo.
Los adverbios nunca, jamás, tampoco, los indefinidos nadie, nada, ninguno, la locución en la/mi/tu/su vida y los grupos que contienen la palabra ni aparecen siempre en oraciones de sentido negativo. Si estos elementos van antepuestos al verbo, este no va acompañado del adverbio de negación no: Nunca voy al teatro; Él tampoco está de acuerdo; Jamás lo haré; Nadie lo sabe; Nada de lo que dice tiene sentido; Ninguno de ellos es actor; En su vida lo conseguirá; Ni su padre lo perdonaría. Pero si van pospuestos al verbo, este debe ir necesariamente precedido del adverbio no: No voy nunca al teatro; Él no está de acuerdo tampoco; No lo haré jamás; No lo sabe nadie; No tiene sentido nada de lo que dice; No es actor ninguno de ellos; No lo conseguirá en su vida; No lo perdonaría ni su padre. La concurrencia de esas dos "negaciones" no anula el sentido negativo del enunciado, sino que lo refuerza.